DANZA, IDEAS E IDEOLOGIAS.
Partimos de una idea para abordar la creación. Una idea es un chispazo de luz en la inmensidad de nuestro cerebro, a veces consigue el combustible adecuado y encuentra el camino correcto, otras veces se lanza apresurada a las alturas para extinguirse poco a poco, casi sin darnos cuenta, a veces explota y denota emociones que ni siquiera podemos conceptualizar, otras más planea por mucho tiempo hasta que pisa suelo fértil o se da por vencida adentrándose a la nada. Algunas veces nos quita el sueño, nos atormenta, nos pone espitosos, nos acelera o nos paraliza. Pero las ideas ¿De dónde vienen? ¿Son nuestras? ¿Son préstamos? ¿Señales? ¿Conocimiento ancestral? ¿Son acaso ondas que nuestro subconsciente alcanza a recibir para emitir?
A veces de la razón, a veces del abstracto, pero lo importante quizá no sea de dónde vienen sino hacia dónde van. Las ideas son ambiguas porque se disfrazan, hacen uso constante del matiz, del color y de la forma, son traviesas, indagan, buscan, se transforman.
Ideas tenemos todos, ideamos, idealizamos, planeamos. Pero las grandes ideas requieren de sapientes constructores, elaboradores, realizadores. Eh ahí la magia de las ideas. El paso de lo intangible a la realización. El nacer de los artistas.
Las ideas han dado lugar y tiempo a grandes manifestaciones de la danza, desde técnicas, estilos y métodos de trabajar el cuerpo, hasta corrientes y tendencias en el quehacer escénico.
El conjunto de muchas de estas ideas, aunado al conjunto de gente que comulga con una misma visión han derivado en ideologías, de ahí grupos, compañías e instituciones, que tienen un factor común “la identidad”. Nos identificamos con las ideas de otros y al unísono recorremos un camino bajo una misma luz.
Un día, hace mucho, mucho tiempo, a alguien se le ocurrió la maravillosa idea de que el cuerpo podía hablar, entonces desarrolló esa idea y la transmitió a su comunidad. A ese lenguaje le llamaron “Danza”. Y la danza se convirtió en el primer lenguaje del ser consciente.
La danza habla con las entidades de la naturaleza, con los dioses y los demonios, con los seres orgánicos y con nuestro propio cuerpo. Cuando se danza no se piensa, se es, se comunica, se expresa, se manifiesta, se percibe y transmite. El danzante es diáfano, se convierte en un prisma que proyecta olas de emociones multicolores, por esa razón la danza es efímera, la danza es como decir “te amo” en el momento preciso, es como decir “hasta aquí” cuando no se puede más; es un acto irrepetible e inolvidable. La danza se queda grabada en el subconsciente para siempre, puede emitir mensajes sutiles y mensajes terribles. Ser cautivadora o repelernos, pero siempre tendrá algo que decir, una idea que mostrar.
Mencioné que una idea es una chispa de luz, pero a veces la luz también puede crear grandes catástrofes, basta con una chispa de ego para iniciar un incendio y de ahí un verdadero infierno. En la condición humana es innegable la dualidad, por esa razón mientras unos dan otros quitan; mientras una ideología construye, otra destruye.
En los tiempos que corren debemos estar atentos, analíticos y reflexivos. Cuestionarnos en todo momento hacia donde nos ha llevado la ideología, la conceptualización de la danza escénica occidental actual. ¿Hacia dónde vamos? ¿Qué buscan nuestras ideas? ¿A qué nos atan? ¿Qué manifestamos? ¿Qué decimos?
Un día hace tiempo ya, a alguien se le ocurrió decir que su ideología era “La verdad”, y a partir de ese entonces se abrieron abismos enormes, de gran distancia entre los seres humanos y todo su entorno racional e intuitivo. Nuestra existencia está rodeada de abismos profundos que no nos permiten ver más allá de nuestros límites.
La próxima vez que tengas una idea, pregúntate de dónde viene, pero preocúpate hacia dónde va.
KEOPS GUERRERO
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