domingo, 25 de julio de 2010

Las aventuras de Maricarmen Sánchez. Cuento mexicano. Keops Guerrero. Barcelona 2010.

Las aventuras de Maricarmen Sánchez.
-La Maestra Ernestina-
Ese día el pasillo de la escuela se le hacía más largo que de costumbre, quizás era por ser lunes o tal vez porque al ser un día feriado no estaba del todo segura si habría clases o no. Era 12 de octubre día de la raza en México, el descubrimiento de América, por lo general ese día no se trabaja ni se asiste a clases, pero debido al constante paro de labores por los maestros instalados constantemente en huelgas para exigir mejores salarios y condiciones laborales, se decidió no cortar ese día de clase, ya que habían tenido ya mucho tiempo sin estudios los alumnos desde el inicio del nuevo curso y eso podría acarrearles muchos inconvenientes, como con los padres de familia por ejemplo. El problema era que no se había avisado a todos los estudiantes con tiempo, así es que la confusión y la duda corrieron rápidamente entre el alumnado.
Por razones raras del destino y de la mala cabeza de Maricarmen, ese día llegó una hora antes de la entrada a clases, aún era oscuro y tenía sueño, además de los ojos llenos de lagañas porque ese día decidió no bañarse por la mañana, y es que con ese pelo tan rizado, largo y abundante, era un real Vía Crucis lavarlo, secarlo y peinarlo, era como domar a una bestia vamos. Se colocó bien las lentillas cuadradas y vio a lo lejos a su profesor de Historia del año anterior, Fernando Moreno, aunque de moreno solo tenía el apellido, corrió hacia él y le preguntó:
-¡Maestro, maestro! De pura casualidad sabe si el día de hoy ¿Habrá clases?
-¡Desde luego que si Maricarmen!-Respondió Fernando-Espero que ya esté preparada para este nuevo ciclo escolar, que por cierto será su último año de bachillerato ya.
Con una sonrisa el señor Moreno se dio la media vuelta y siguió su rumbo hacia otra área de la escuela. Maricarmen se dirigió hacia la puerta del plantel, volteó a ver el cartel enorme que ponía “Escuela Estatal Preparatoria Leyes de Reforma”, oyó rugir sus intestinos y salió a ver si podía desayunar una torta de tamal o unos tacos de guisado. Para su mala suerte en los puestecillos de comida rápida apenas se preparaban para abrir, por lo que no podían venderle ni mucho menos atenderla, así es que siguió caminando hasta encontrar un restaurante con desayuno, pero el precio se salía de su presupuesto, así que hambrienta, somnolienta y confundida regresó al colegio.
Las dos primeras horas fueron para la materia de Derecho II, cabe mencionar que Maricarmen cursaba el bachillerato de áreas sociales, por lo que su tira de materias apuntaba a la historia, la filosofía y la cultura.
Todo marchaba bien y normal hasta que llegó la materia de Psicología, la cual era impartida por la maestra Esther Millán, medía 1.63 cm de estatura, delgada, de cabello no tan abundante como el de Maricarmen pero si rizado y con mechas rubias (que por cierto le quedaban muy mal) y usaba además también anteojos pero redondos. Lo que más le molestaba a Maricarmen eran dos cosas, su sonrisa que dejaba ver las encías color rosa blanquecino de la maestra Millán y el carácter despótico, alevoso y ventajoso con el que trataba a los compañeros, era una mujer fea, cruel y amargada, por lo que Maricarmen la bautizó como la maestra Ernestina. La alucinaba además porque no sabía por qué razón extraña de la vida o del amor andaba de novia con el director de la escuela, el Ingeniero Víctor Uribe. A Maricarmen El Inge Uribe se le hacía uno de los hombres más guapos y amables que había conocido, y no entendía cómo es que podía andar con una arpía como la maestra Ernestina
Justo en el mes de diciembre y una semana antes de salir de vacaciones de navidad sucedió algo que a Maricarmen le puso los pelos de punta, resulta que dentro del establecimiento escolar vivía un matrimonio como de sesenta y tantos años que hacían la función de conserjes, Don Nicolás y Doña Petra. Es bien sabido que los baños y salones de escuelas públicas son la mayoría de las veces unas verdaderas pocilgas y que darse a la tarea de mantenerlos en condiciones dignas o llevaderas es una labor realmente titánica, pues bueno, un día la maestra Ernestina le gritó a Don Nicolás en frente de todos los alumnos reclamándole del aseo de uno de los salones en los que había una mancha voraz de vómito etílico de color salmón con verde pistache, que despedía además un aroma como para ahuyentar al animal más rastrero, en seguida llegó Doña Petra para explicarle que habían tenido que salir a ver a un familiar enfermo y que no se habían percatado del incidente, pero la maestra Ernestina se puso peor y arremetió contra los alumnos diciendo que todos eran una bola de nacos proletarios y que eso no se iba a quedar así, que era el colmo lo marranos que eran los alumnos y lo holgazanes que eran los trabajadores de la escuela. En ese momento el espíritu justiciero de Maricarmen comenzó a surgir dentro de ella mostrándole imágenes de Don Nicolás limpiando los baños a todas horas con sus guantes rojos de plástico y sus botas negras para el agua en medio de hedores, lejía y agua, a Doña Petra quitando sobre un pupitre los grafitis obscenos de los muros de los salones de clase con aguarrás y todas las veces que la maestra Ernestina había corrido de clase y reprobado sin argumentos y de manera humillante a varios compañeros suyos, pero lo peor había sido aquella vez en que detuvo la clase para lanzar una pregunta a sus educandos, les interrogó:
-¿Qué piensan acerca de una chica que se le declara a un chico?
De inmediato comenzaron a surgir los comentarios machistas:
-Que es una fácil.
-Que no se tiene respeto.
-Que se arrastra.
-Que se ve muy mal.
Maricarmen quiso dar su punto de vista cuando en ese momento La maestra se levantó de la silla detrás del escritorio para decir:
-En efecto, una mujer debe saber su lugar y no andar de fácil por ahí corriendo detrás de los chicos o andarse besando tras los salones como hacen muchas de ustedes-dijo mirando inquisidora a las alumnas.
Dijo dos o tres estupideces más y Maricarmen quedó con la boca abierta, no podía creer tanta barbarie e ignorancia.
Sin pensarlo Maricarmen corrió a la oficina de consejo académico a hablar con “El Pollo”, que era el maestro encargado de esa área escolar, le decían así porque era blanco como la leche, pero cuando le daba el sol se ponía todo de color rosa, la piel del cuello le colgaba pese a que solo tenía 37 años y su cabello era delgado y del color de los pelos del elote. Toda exaltada, excitada e indignada comenzó a narrarle aquel hecho a “El Pollo”, y este se comprometió a hablar con la maestra y pedir disculpas a los conserjes.
Llegó la navidad a casa de Maricarmen y asistió casi toda su familia a la cena, entre ellos se encontraba Anahí Sánchez, una prima hermana de Maricarmen a la que admiraba mucho; Anahí había estudiado Ciencias de la Comunicación en una universidad privada del Distrito Federal, pero desde hacía ya 3 años había regresado a su estado natal para trabajar como reportera en un periódico local con tendencias de izquierda llamado “El Regional”. Maricarmen le platicó escandalizada lo que había acontecido en su preparatoria y Anahí se ofreció a publicarlo en su periódico en caso de ser necesario, y para terminar la plática le comentó:
-Oye tu deberías considerar estudiar derecho y no filosofía y letras o arte dramático, el mundo ya no necesita ni intelectuales ni artistas, vivimos en la era de la globalización niña, ¡Despierta!
Una mañana de enero, la del regreso a clases para ser exactos Maricarmen se levantó tarde y vio que su hermano Mauricio ya estaba listo para irse a la escuela; se puso de pié de un solo golpe y le reclamó a su hermano que no la despertase, pero este sin decir nada tronó la boca, se encogió de hombros y se marchó, quizás ese fue el primer rechazo masculino que Maricarmen experimentó en su vida. ¡Qué ojete! Pensó Maricarmen y se vistió rápidamente para irse a la escuela.
Al iniciar la clase de psicología la maestra Ernestina repartió los resultados de un examen que había hecho justo antes de salir de vacaciones, Maricarmen casi murió cuando vio aquel seis estampado en rojo sobre el papel color marrón de su prueba, así que se acercó presurosa a la maestra y le dijo:
-Maestra, debe de haber un error, yo estudié mucho para este examen y la nota mínima que esperaba era un nueve- Dijo.
-¿Estás segura?-Interrogó.
-Sí.
-Pues si quieres lo revisamos, pero de antemano te digo que un error y te repruebo, así es que tú sabrás, te quedas con tu seis o te arriesgas a reprobar.-Agregó la maestra.
Una ola de represalias comenzaron a surgir. Maricarmen supo entonces que claramente eran el desquite de Ernestina por atreverse a alzar la voz y defender lo que ella consideraba correcto, por lo que en el mes de mayo, dos meses antes de terminar el año escolar, explotó durante una clase cuando la maestra le llamaba la atención por un sombrero rosa fucsia que llevaba puesto.
-¡Es una falta de respeto llevar gorra en clase, quítesela por favor!- ordenó Ernestina.
-En primer lugar no es una gorra, se llama sombrero, y falta de educación es atentar contra la libertad de expresión-Contestó seria Maricarmen.
-¡Usted que va a saber de educación si ni siquiera se respeta a si misma! ¡Mire nada más que ridícula se ve!
Maricarmen comenzaba a encenderse y dijo:
-¡Ridícula usted que ni siquiera se sabe vestir y además viene a querer darnos clases de moral cuando su materia es psicología! Sobre todo con argumentos retrógrados y machistas que solo demuestran su poca autoestima.
Ernestina se levantó furiosa señalando la puerta de entrada y gritó:
-¡Se va de mi clase en este momento!
-¡No! Este es un lugar público y puedo estar aquí.
Se acercó rápidamente a Maricarmen y frente a su pupitre y ordenó:
-Esta es mi clase, así que ¡Fuera!
Maricarmen sentía por dentro que se moría y la adrenalina no paraba de correrle por todo su cuerpo sin parar, pero abrió un libro, comenzó a leerlo y sin mirar a Ernestina dijo:
-Haga lo que quiera yo no me voy y pobre de usted con que me toque porque además la demandaré por agresión física.
Ernestina más que furiosa regresó al escritorio, tomó sus cosas y sin mirar a nadie salió rápidamente del salón.
Maricarmen esperaba que sus compañeros le aplaudieran o que al menos le celebrarán su acto justiciero, pero no señor, no fue así, cuando levantó la mirada todos sus compañeros la miraban con culpa y dos o tres le dijeron:
-Ahora si te pasaste, a ver con que nos va a salir la Millán ahora.
-Todos son unos cobardes y borregos permisivos.-Pensó Maricarmen.
Salió en ese momento a hablar por teléfono con su prima Anahí, pero de manera lenta, para que nadie notara que estaba nerviosa y pensaran que dominaba la situación; ya en el teléfono sentía que se le iban las fuerzas de las piernas.
-Bueno- Contestó Anahí.
-Anahí, soy Maricarmen ¡Me urge hablar contigo!
-Que pasa Mari ¡No me asustes!
-¿Te acuerdas de lo que te conté de la maestra Millán?
-La maestra Millán…
-La Ernestina, la que se tira al director de la prepa.
-¡Ah ya! ¿Qué pasó?
-Bueno, pues que me ha estado haciendo una serie de putadas y hoy ya no pude más y le canté su precio.
Maricarmen le explicó a detalle todo a su prima y esta le aconsejó:
-Bueno Mari, no te preocupes, yo ahora tomo nota y lo publico para que vean que no estás sola y darle una lección a la pesada esa, pero vamos a vernos por la tarde y platicamos ¿ok?
-Ok, paso a tu casa como a las seis.
Maricarmen se acomodó sus lentes cuadrados de una marca prestigiosa que por cierto el costo de estos fue el equivalente a dos meses de salario mínimo, no, no era Maricarmen una snob ni de clase pudiente, pertenecía más bien a la clase media (recordemos que asistía a una escuela pública), lo que sucede es que como ya mencioné antes, no tenía siempre la cabeza en donde tenía que estar y el oculista japonés al que fue por recomendación familiar, le dejó caer sin más ni más el modelito.
Comenzó la guerra. La subdirectora, una mujer alta, vestida con un traje sastre color café que le cubría las rodillas y blusa color buganvilia la mandó llamar. Cuando Maricarmen entró a su oficina, sin mirarla le dijo:
-Adelante, siéntese por favor.
-Buenos días. –Agregó Maricarmen.
-Buenos días, ¿Y bien? ¿Qué sucedió?
-¿Perdón? No sé a qué se refiere.
-Le pido por favor que no se haga la lista y me expliqué lo ocurrido en la clase de psicología con la profesora Millán.
-Pues nada, ¿No se lo dijo ella?
-Quiero oír su versión señorita Sánchez.
-Pues que la maestra me faltó al respeto y yo como una buena aspirante a universitaria y tomando en cuenta que vivimos en un país con derecho a la libertad de expresión respondí para defenderme.-Maricarmen le explicó además a la subdirectora de todas las irregularidades como docente y las injusticias sufridas por la maestra Esther Millán.
-Pedirle que se quite el sombrero e implantar métodos de reflexión y de superación a los alumnos no es una falta de respeto señorita Sánchez, dejar en evidencia a su maestra y llamarle ridícula por su forma de vestir si lo es.
En ese momento sucedieron dos cosas, la primera fue que Maricarmen entendió ipso facto que cualquier argumento de su parte seria inútil, ya que indiscutiblemente los maestros, como los policías y los judiciales, se cubrían unos a otros, y la segunda es que comenzó a sentir como si le salieran uñas afiladas por los dedos de las manos y de los pies listas para la acción, se iba transformando poco a poco en otro ser, más violento y más alerta, sentía como si se agudizara su instinto.
Anahí por su parte escribió un artículo un tanto amarillista que se titulaba “Maestra conservadora y de ideas cerradas atenta contra la integridad y dignidad femenina de sus alumnas”. En el artículo, Anahí se dedicó a subrayar sobre todo el hecho de que la maestra Ernestina atacará a sus alumnas con argumentos machistas y ejerciera su poder como docente para influir, amedrentar y crear sentimientos psicológicos de culpa en las conductas de sus pupilos, esto aún más grave por el hecho de impartir una materia como la psicología, que tiene además varias perspectivas y diversos estudios que van desde lo social, lo cultural, hasta lo histórico.
Mandó el artículo al editor, pero a la media hora la mandó llamar el director del periódico a su oficina para decirle:
-Hola Anahí buenas tardes, ¿Todo bien?
-Sí, bueno, hasta el momento eso creo.-Sonrió.
-La mande llamar porque acabo de revisar el artículo sobre la maestra Millán que escribió usted esta mañana; Quiero recordarle que mi sobrino, el Ingeniero Víctor Uribe es el director de la institución “Leyes de Reforma”, y que su esposa es la maestra Esther Millán, la persona sobre la que usted ha escrito este artículo.
-¿Sí?-Respondió Anahí.
-Esta mañana me llamó por teléfono mi sobrino para decirme que una alumna había amenazado a la subdirectora de su escuela con publicar las “Injusticias” de la maestra Millán en este periódico, y bueno, pues mi sobrino me llamó para pedirme de favor que fuésemos discretos con ese tema, sobre todo porque se trata de su familia, así es que usted comprenderá que nos resultará difícil publicar su artículo, pero en un acto democrático, si usted así lo conviene lo podemos subir a nuestra página web como “Carta a la redacción”, ¿Qué le parece?
-Cuando decidí entrar a trabajar a este periódico señor Uribe, no lo hice pensando en escribir artículos de cocina o de belleza, el hecho de que fuera de izquierda me suponía la oportunidad de expresarme con un poco más de libertad y honestidad, y hacer más interesante el oficio de comunicóloga, sé que la palabra democracia en una utopía y entiendo sus intereses familiares, pero resulta que la alumna en cuestión es prima mía, así es que tenemos un pequeño inconveniente o ¿Usted qué opina?
El señor Uribe comenzó a sudar un poco por la frente, sacó una servilleta, se limpió y comentó:
-A ese punto quería llegar Anahí, precisamente, usted sabe que en esta ciudad tan pequeña nos conocemos casi todos, es decir, casi, casi somos una familia, entonces no hay porque arreglar las cosas a sombrerazos y machetazos, ¿No creé usted?
-Señor Uribe, esos calificativos los puedo esperar de gente de derecha, pero no de usted, y además este no es un caso de narcotráfico o asesinatos, es un hecho social que representa la forma en la que permitimos que se eduque a nuestros hijos, la visión de izquierda supone el respeto, la tolerancia y apoyo a grupos minoritarios y vulnerables, y le recuerdo que los jóvenes son un compromiso nuestro y están en constante grado de vulnerabilidad; ocultar este hecho es condenable, exponerlo es reflexivo.
Anahí era una mujer robusta (no gorda) de grandes proporciones y grandes aptitudes físicas e intelectuales, al contrario de su prima Maricarmen, era morena de cabello lacio y negro como la noche; gustaba de usar escotes un poco pronunciados y minifaldas, pero eso no era raro ni escandaloso ya en la ideología de aquel pueblo, al contrario era una mujer admirada por algunos y molesta para otros, había hecho un post grado además de su carrera en “Efectos y consecuencias colaterales de los medios masivos de comunicación en niños y adolescentes”, por lo que su interés en el tema era puntual; eso lo sabía el señor Uribe, por lo que agregó:
-Mire Anahí, ni usted ni yo, porque no habla con su prima y le hace ver que hay maestros que son así, nos confrontan y nos intimidan, hacen que salga lo peor o lo mejor de cada uno de nosotros, pero si cometemos un error podemos salir seriamente afectados, ha habido alumnos que por una materia no terminan ya no el bachillerato, ¡Sus carreras universitarias! Hágale ver que por suerte para ella cuenta con la asesoría y el apoyo de profesionales como usted, que aprenda y que confíe, además, ya está a dos meses de terminar sus estudios de bachiller, no hay porque hacer una tormenta de este chapuzón.
-Precisamente ese es el punto señor Uribe, si mi prima no tuviera a alguien como yo a su lado estaría totalmente expuesta a los vaivenes de una maestra ortodoxa que la ha reprobado y subestimado durante estos meses, no solo a ella, a todos sus compañeros por generaciones. No le prometo nada señor Uribe, usted sabe que cuando me propongo algo lo consigo de una u otra forma y esto realmente es una niñería, hablaré con mi prima pero no será mi decisión, si ella quiere llegar más lejos, ya sea a través de este medio o de otro, de una vez le digo que ella cuenta con todo mi apoyo y asesoría para este asunto, pero también le digo que de hacerse público por otro medio perderemos credibilidad, aunque ya queden muy pocas cosas creíbles en este país.-Anahí se despidió y se retiró.
Por la tarde Maricarmen y Anahí se vieron al final en un café, iban con ellas además tres compañeros de trabajo de Anahí, el tema de la maestra Ernestina estaba puesto sobre la mesa y muchas conjeturas y opiniones surgían por todas partes; Maricarmen solo escuchaba atenta entre el humo de los cigarros y el aroma del café americano. Al final Anahí volteó a ver a su prima y le dijo:
-¿Por qué no hablas con tu maestra y llegan a un acuerdo? A estas alturas la mujer ha de tener los ovarios hasta la garganta, ¿Sabes que le pueden quitar su plaza docente si esto va a más?
-¿Pero que dices? –Dijo Maricarmen-¿Estás loca? ¡Si ya le dije a ella y a los maestros menos bonitos de todo! No ¡Qué vergüenza! Además no conoces a la Ernestina, no, esas no son de las que se inmutan por un periodicazo, es muy mala y perra, perra.
-El problema es-Dijo Antonia, Amiga de Anahí-Que si es tan perra como tú dices, te va a perjudicar, y si ella se va de la escuela te va a llevar entre las patas, puede hacer que repitas la materia o valerse de artilugios “legales” para joderte la existencia.
-Bueno pero por otro lado-Agregó Armando, otro compañero de trabajo-No puede una maestra así seguir impartiendo clases de esa manera en una preparatoria ¡Qué hororts! (Armando era gay), imagínate, a mi me hubiera reprobado solo por jotear.
Siguieron sacando mil conclusiones y propuestas en torno al tema, hasta que por fin Anahí le dijo a su prima:
-Tú misma Mari, lo que decidas está bien, si la calabaceas pues ni modo, para eso son los errores, para aprender, pero trata de hacer lo que tú creas que es correcto porque de lo contrario no te lo podrás perdonar nunca en tu vida y comenzará tu alma a tornarse color sepia y a percudirse poco a poco, recuerda que una acción cobarde tarde o temprano nos lleva a otra y en cadena, pero por otro lado el que toma mucho vuelo se puede salir del camino, así que piénsalo y ya sabes que te apoyo.
-¡Que bárbara Anahí! Me hubiera gustado tener una mamá así como tú que me dijera no pasa nada hijito vete por ahí con los hombres que quieras, total ya al final los cuentas- Dijo Armando.
Esa noche Maricarmen no pudo dormir, no sabía qué hacer, tenía muchos sentimientos y pensamientos encontrados. Al final llegó a un punto en cuestión, ¿Hablaría con la maestra con el corazón o con el cerebro? Se quedó profundamente dormida.
Al otro día llegó muy temprano a la escuela y fue directo a la sala de maestros, allí tomando un café sin azúcar en una esquina estaba la maestra Ernestina, con un chongo alto que dejaba ver su nuca, vestida con una blusa de color beige manga tres cuartos con escote redondo que dejaba ver toda su clavícula y casi sus hombros, pero no su pecho; falda larga debajo de las rodillas y botas de piso café oscuro. Maricarmen le dijo desde lejos:
-Maestra Esther ¿Puedo hablar un momento con usted?
Ernestina la miró de arriba abajo por encima de sus gafas y le señaló con el brazo izquierdo un cubículo pequeño al que entraron a solas. Primero entro Maricarmen, tomo una silla, se sentó y dijo:
-Antes que nada, quisiera hablar de principio a fin sin que me interrumpa por favor, al final puede usted escupirme a la cara, cachetearme o burlarse de mí, pero le pido de favor que me deje terminar mi argumento.
-Muy bien, adelante dijo la maestra Ernestina.
-Seguramente usted nació en un pueblo lejano al mar, más bien cercano a los cerros que se secan en verano y se tupen de verde con las lluvias de otoño, los aromas del campo y el ruido nocturno de los insectos y de los animales oriundos de su entorno era lo que más disfrutaba al igual que la feria del pueblo en las celebraciones del santo de la parroquia, lo digo porque la gente que no crece en la costa es por lo general más cerrada y se tapan más a la hora de vestir. Lo que más anhelaba desde niña era ser maestra, lo más seguro es porque en su localidad solo contaban con un pequeña escuela primaria y otra secundaria austeras y con carencias, entonces usted pensaba que cuando fuera grande eso iba a cambiar, eso lo digo porque su manera de vestir cubre el tópico de toda niña que quiere ser maestra de mayor, solo le falta la vara, lo que quiero decir pues, es que se notan sus aspiraciones en su imagen, por supuesto se desplazó a la capital de la ciudad para estudiar en la escuela normal superior de maestros y cuando se tituló pensaba que todos sus sueños estaban por realizarse hasta que conoció a su primer novio y se enamoró como una loca perdida y siguiéndole se traslado a otro estado para estar con él, en ese nuevo entorno consiguió empleo pero rápidamente se percató de que aquel cuento de la maestra se convirtió en una historia de terror, la burocracia, la desfachatez de los maestros, el despertar de los niños de la capital, la falta de compromiso de sus compañeros así como los padres de familia, la corrupción entre directores y sociedad de padres, en fin, todo era soportable hasta que tuvo su primer fracaso sentimental, no voy a entrar en suposiciones o teorías a ese respecto porque sería un atrevimiento de mi parte y de mal gusto, pero lo que sí sé es que entre la mediocridad institucional de las escuelas y las desilusiones amorosas por parte de esos hombres que no se comprometen, la llevaron a darse cuenta de que la vida apesta, sus anteojos empezaron a cubrirse de una nube gris de frustración y tuvo que comenzar a actuar de manera agresiva para poder defenderse ante este sistema violento e impune en el que vivimos. Conoció al Ingeniero Uribe y le llamó la atención que él se fijara en usted, pero rápidamente, usted pudo darse cuenta de que ese hombre guapo y galante, aparentemente seguro de sí mismo tenía un complejo de pasividad y de inferioridad muy grande, el cual usted podía dominar, controlar y tolerar disfrazado de amor. Seguramente usted estará pensando en este momento que he sacado todos estos argumentos e historias estúpidas de tanto leer a Carlos Cuauhtémoc Sánchez, pero no, afortunadamente he basado mis últimos pensamientos en la apertura y objetividad de Máximo Gorki , porque apegándome a la lógica, esta historia es la única causa que encuentro para entender que usted tenga tanto odio y desapego al hecho de enseñar, y citando a Fiedrich Nietzche que dice que “Hay que enseñar a una persona a volar o a caer más rápido”, le propongo que se cambie de plantel y nos dé la oportunidad a mí y a mis compañeros de solicitar al estado a un maestro que tenga interés y necesidad hambrienta de enseñar y crear mentes libres, el quedarse nos hará perder energías a usted y a mí, porque usted no es una mujer que cede ante los caprichos de una alumna proletaria, pero yo sé defenderme y para su mala suerte también tengo quien sustente mis acciones y mis palabras. Lo que le propongo es una oportunidad para ambas, yo para poder descansar de la presión que usted me ejerce y para sentir que he hecho algo importante en mi vida, y usted para descansar de mí y reflexionar sobre este hecho sin salir perjudicada a nivel social, económico y laboral, digamos que es una tregua, en la cual ganamos las dos y ninguna pierde, sobre todo la energía y la salud. Eso es todo lo que quería decir.
Maricarmen sentía que por dentro tenía un geiser que tarde o temprano iba a explotar, solo esperaba que la maestra Ernestina soltara una carcajada y se burlara de lo patética que había sonado y lo peor aún que lo publicara, ¡Dios Mío! Pensó, creo que ahora si metí las cuatro, y además ¿Por qué mencioné a Máximo Gorki? ¡Qué tarada!
-Eres muy inteligente Maricarmen y veo que eres una buena estudiante, está bien, aceptaré tu propuesta, y para cerrar está tregua, como tú dices, te exentaré en mi materia para que puedas estar más tranquila, ¡Mucha suerte Maricarmen!- La maestra Ernestina se levantó y se dio la media vuelta-¡Ah, y otra cosa! -Dijo de perfil pero sin voltear su cuerpo- Este mes aún impartiré mi materia, así es que mientras yo esté no puedes entrar a la clase, pues pensarían mal tus compañeros.-Y sin decir más se marchó.
Maricarmen no lo podía creer, había triunfado, la verdad había vencido sobre la maldad y la fealdad.
Al término del ciclo escolar Maricarmen se acercó a las oficinas de la escuela a recoger su tira de calificaciones, y entonces, marcado en negrita, observó que tenía la materia de psicología reprobada ¡No puede ser! Pensó, se dirigió a una de las secretarias para aclarar el asunto y está le entregó un sobre con su nombre de parte de la maestra Esther Millán que decía:
“No quise ofender a tu intelecto obsequiándote un corrupto diez, así es que tienes este mes para estudiar y reflexionar lo que no aprendiste del curso para que puedas crecer como profesional y abrir tu mente al estudio de la psicología, de nuevo ¡Mucha suerte en tu examen extraordinario y en tu carrera universitaria!
La maestra ERNESTINA”
Maricarmen cerró la nota, soltó una carcajada y gritó con alegría:
-¡BRUJA!

KEOPS GUERRERO

No hay comentarios:

Publicar un comentario