lunes, 17 de agosto de 2009

Palma de Mallorca, España. Hacer y Decir (ensayo) Keops Guerrero. Danza




HACER Y DECIR


La danza como muchas cosas es un universo infinito de posibilidades, parte del movimiento y cómo todo lo que se mueve transmuta, cambia, se traslada, evoluciona e involuciona. Vive.


El cuerpo humano es el móvil, el instrumento por medio del cual transformamos lo cotidiano en inverosímil; los simple en complejo; lo absurdo en risible; el amor en catarsis, a través de lo que nosotros mismos llamamos danza. Pero ¿Qué accionamos al iniciar un movimiento dancístico?, ¿Hacemos o decimos?


La danza ineludiblemente es un diálogo ya sea con nosotros mismos, con nuestro ego, con algún tipo de público, espíritus, demonios o con Dios. Se cree que comenzó a danzarse de manera ritual y muy probablemente en círculos, pero quizás surgió como una necesidad del alma, tal vez nuestro espíritu necesitaba ansioso moverse por medio de nuestro cuerpo físico para sentirse en esta realidad pesada y tridimensional un poco libre.


Hablar de danza es hablar también de expresión, de manifestación, por eso comunica y enlaza ideas, pensamientos, sensaciones…Pero ¿Lo consigue todo aquel que danza?


En las escuelas profesionales de danza siempre ha existido la gran paradoja en torno al bailarín ¿Nace o se hace?, o si debe de formársele al bailarín como ejecutante o como intérprete, ¿Qué debe ser prioritario? ¿Los trabajos coreográficos que lleva a cabo deben estar plagados de retos físicos de gran destreza o bien debe buscar la interiorización para encontrar así el personaje, situación o sentimiento a expresar?


Algunos maestros y coreógrafos coinciden en que el bailarín debe vivir y danzar de acuerdo a la etapa en la que vive. Luis Fandiño por ejemplo considera que en la etapa de formación inicial es vital y necesario desarrollar las capacidades psicomotrices y de destreza a su máximo potencial, ya que el cuerpo es el instrumento que habla en esta disciplina, por ello, hay que afinarlo para que no desentone o tenga faltas de ortografía al bailar, después, el bailarín podrá conocer y elegir todo el abanico de posibilidades que la danza ofrece para representarse escénicamente. Pina Baush visualizaba y llevaba a cabo sus procesos coreográficos con bailarines ya maduros, en general mayores de 40 años, argumentando que estos poseían una experiencia de vida adecuada para plasmar su visión de danza-teatro de una manera más humana y orgánica, y que estos además ya no estaban preocupados por realizar 8 giros en el centro, grandes e impactantes saltos o deslumbrantes extensiones de sus extremidades.


Desde finales del milenio pasado y con la aparición de ciertos actos de entretenimiento innovadores y macro producidos como el Cirque du Soleil, pareciera haberse creado una corriente que ha hecho que los espectáculos dancísticos se hayan tornado preciosistas, pareciera que tanto los creativos, como los mismos bailarines buscaran convencer al espectador con sus destrezas y habilidades corpóreas; haciendo van convenciendo. Arrancar el aplauso y hacer que el público ovacione de pié pareciera que son los parámetros adecuados que determinan el éxito o fracaso de un montaje en escena.


Bajo estos parámetros, las diversas expresiones dancísticas y a todos los niveles se han bifurcado entre los que hacen, que por ende entretienen y los que dicen, que por consecuente comunican. Ninguna de las dos está por encima de la otra, crecen paralelas, pero en medio de ellas, de manera sublime y casi imperceptible puede coexistir la fusión de ambas, es decir, el que hace y dice; este por supuesto es el artista que además de ser poseedor de un virtuosismo único, posee el gran don de comunicar y conmover al otro.


Los hacedores nos sorprenden y nos conducen a una emoción catártica; Los que dicen también nos sorprenden pero a la emoción hacia la que nos llevan es a la reflexión. Encontrar el punto entre estas dos vertientes es lo que hace que al artista se le llame y se le reconozca como eso, como un artista.


Por otro lado, ¿Qué es lo que verdaderamente buscamos al plasmar un trabajo escénico? ¿Queremos decir o hacer? ¿Deseamos ser aceptados y ovacionados? ¿Tenemos la enorme necesidad de decir algo? ¿O ambas?

Al final decir, hacer, o hacer y decir es una decisión personal, pero las tres deben de estar fundamentadas en la base sólida de la disciplina, la objetividad y la responsabilidad, y esa base será la que haga exitoso o no a un proyecto, la respuesta del público es un mero accidente o una respuesta circunstancial.


KEOPS GUERRERO

No hay comentarios:

Publicar un comentario